domingo, 16 de marzo de 2008

Para la butaca más ortodoxa

El Viernes me dijeron Irrespetuoso.

Al otro día, y no me quiero referir ni darle importancia al Sábado, - sino que me refiero "al otro dia" haciendo alusión a aquella exacta cantidad de horas que uno necesita para caer y ponerse a pensar lo que le dijeron, agravado al hecho de que, por no tener un cerebro veloz (como el de Ginsburg dicen ahora/moda) uno ya se haya perdido la posibilidad de responder con el dardo certero en el instante justo - ufff, si lo lees sin respirar es jodido, perdón!..., vuelvo. Al otro dia, lo digerí y reflexioné.

En fin, me lo dijeron, y lo acepté por así decirlo. Pero también acepte la idea de que en ciertos casos, (y aquí miro a los de la butaca más ortodoxa que se espantan cuando justificas un antivalor) no esta nada mal ser irrespetuoso.

Podría empezar a caer en lo demagogo de nombrar proceres, heroes de batalla, grandes artistas y músicos rebeldes que tanto amamos y veneramos, alegando que sin la falta de respeto de ellos hacia la oposición que haya sido en cada caso, qué corno hubiera sido de otro qué corno, pero no. No voy a caer en lo que acabo de caer.

Voy a caer en lo mío, en algo mucho más profundo y oscuro, pero otro día. Hoy no.

Disculpen si les falto el respeto.

viernes, 7 de marzo de 2008

La historia de Osvaldo Greitskov. (una idea para el cementerio)

Los Szymechenko escuchan un disco rayado una y otra vez encerrados en su propia casa. Treinta y cinco botellas vacías de Vodka producción nacional decoran el mono ambiente de Mirko (En la alacena, justo detrás de la bolsa de 3 kilos de arroz se esconde la última botella llena, aunque Mirko, ya no lo recuerda). Una bombita de luz amarilla parpadea vida y un perro callejero todavía respira en la sucia, desierta y fría calle de Moscú.

En medio de todo y de todos, se enciende Perez Troika. “El cabaret” de la Rusia Comunista.

Osvaldo Greitskov, un antiguo y legendario cirquero de la calle 53 de Moscú, devenido años más tarde en “El Gran Cafiolo Ruso”, fue quien decidió fundarlo pasados los trágicos días de la clausura de su carpa nómade. Gordo, mostachón, ruloso, carcajada desprolija, el titiritero ruso no dudó en reconstruir de un día para otro el negocio. Valiéndose de las pocas cosas que pudo arañar aquella noche de cierre, rearmó sin pausa ni criterio estético alguno su nuevo templo reencarnado en Cabaret.

El vodka corre a toda velocidad por dos claros y distinguidos caminos: El caliente y hostil empedrado de brazos fornidos de la barra principal; y a través del aire, en forma de lluvia finita y pesada digna de un microclima tropical.

Mezcla de kermesse grotesca y Petit francés de reviente; el burdel ofrece un menú fijo diario sin ánimos de cambio o mejoras: Mozos eufóricos haciendo malabares, mujeres de las que siempre sonríen, chimpancés enjaulados, y mucho pero mucho quilombo.

No se dice, se sabe que el lugar nació para ser el imaginario popular de todo lo que fue y lo que quedó tras la caída rusa. Una leyenda. Una sátira cuasi animal y cínica del inconsciente colectivo de la Unión Soviética más sacada.

Las figuritas más difíciles del poder, monstruos de la KGB, innombrables y excéntricos magnates, gordinflones de la cúpula de la Iglesia y algunos desgraciados con suerte se mezclan por las oscuras y a la vez coloridas entrañas del burdel buscando que por lo menos un instante, sus vidas, sueños y los más ocultos placeres choquen y se entremezclen para formar el banquete de la desigualdad igualada, el control descontrolado.

De un tiempo a esta parte, el espíritu del viejo no pierde sus vicios ni por asomo y no duda en continuar encendiendo - desde algún lugar - las luces de colores, la música con redoblante, el micrófono arengador, la sirena, el bullicio, la alegría, la fiesta.

De Perez Troika, claro está, queda intacto el espíritu del lugar y las ropas de las bestias.


(Relato escrito por Nancy - Alejo Molochnik | Fernando Capria -)

martes, 4 de marzo de 2008

Necesidades del que se fue y añora

Y si, aveces uno tiene que tomar distancia para valorar lo que tiene. Experimentar concretamente la ausencia de aquello que es en verdad importante y significativo y redescubrir asi su escencia.
He pasado ya 9 meses lejos de casa y no deja de sorprenderme lo duro que es no contar con tu presencia, lo dificil que se me hace no tenerte. Te he extrañado todos y cada uno de los dias que vivi aqui sin estar cerca tuyo. Ocurre que uno a veces se piensa lo suficientemente fuerte y resuelto para enfrentar los acotencimientos que la vida entrega, desprendido de absolutamente todo, y si bien, nada ni nadie es indispensable, hay cosas que no se pueden reemplazar.

Es que te debo mucho. Siempre has sido incondicional, te he mostrado las partes mas oscuras de mi ser, te he confiado infinitas veces mi mas miserable intimidad y en toda ocasion estuviste para aliviarme y purificarme. Por eso hoy decidí escribirte, para darte las por demas merecidas gracias; para demostrarte cuanto aprecio todo lo que sos y todo lo que has hecho por mi. No quiero vivir un Segundo mas lejos tuyo y ansio enormemente volver a fundir mi cuerpo con el tuyo.
Muchas gracias Bidet y hasta pronto.


Besos a todos, los quiero mucho.

(cortesía Matías Daguer desde Irlanda. Un amigo)