Hace unos días me hicieron leer un fragmento de un libro donde la autora redactaba en primera persona como fue que se desgastó, como se deshizo y como se esfumó la hermosa relación que mantenía con un hombre.
Era mágica, todo andaba a la perfección hasta que por asalto y con ganas de perpetuar tanto ¨hermosos momentos¨, comenzó a sentir las ganas incontrolables de ponerle nombre a eso que le estaba pasando, adhosarle un nombre a él, ponerle fechas y festejos a la relación, adjudicarles proyectos, encontrarle razones, y hasta analizar gestos. (por ahi ya estoy exagerando y estoy condimentando con ideas mías, lo acepto, pero bueh...escribo lo que quiero o no?)
Volviendo al punto, conclusión, esta mujer rotuladora y este hombre que aceptó el juego, en poco tiempo destruyeron y limpiaron todo encanto y todo amor que les venía sucediendo. Le dieron UN MANTO DE REALIDAD a algo tan genuino y tan real que no hacía falta cambiarle nada.
No hay fórmulas para perpetuar instantes, sensaciones y sentimientos. Nada es para siempre, pero cada cosa tiene un tiempo de duración, como los chicles...
Ponerle nombres a las cosas, es escupir el beldent antes de que se le vaya el gusto.
Y chau
jueves, 24 de enero de 2008
Como los chicles
Publicado por Pher Capria en 8:19
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4 comentarios:
Es como escribir un cuento con infinito amor, y ponerle un título.
Jamás una simple oración describe ni un 10% del contenido.
Siempre es al pedo, y parece ser necesario.
Pfff.
No. Exacto.
Habría que ir por la vida sin nombres.
Me gustaron tus Blogs!, sobre todo el de ¨mozo, traigame el postre de las nenas!¨
(lastima que no se los pueda comentar)
no me gusta que te este auspiciando beldent.
sabelo.
de algo hay que vivir, Sr. Pez
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